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AARON

—El sujeto llega en el coche. Todas las unidades alerta.

—Coche detenido en la entrada. Va a salir.

Observo al senador a través de la mira telescópica. No le pierdo de vista ni un segundo. Ni siquiera parpadeo. Son a lo sumo, treinta segundos, en los que mi única preocupación es que el individuo entre en el edificio sin ningún incidente. Hay compañeros apostados en las azoteas colindantes y es imposible acercarse al lugar a menos de dos kilómetros a la redonda, pero desde el once de septiembre, el gobierno extrema las medidas de seguridad para no arriesgarse.

—Listo —digo—. El individuo está dentro del edificio.

—Misión cumplida, señores —escucho la voz del Capitán Lewis—. A partir de aquí, dejemos trabajar a los escoltas. Nos vemos en los vehículos en diez.

—Equipo Alfa —digo a mis hombres—, retirada. Nos vemos abajo. Buen trabajo, chicos.

Cambio la frecuencia de la radio y, sin levantarme del suelo, repto hacia atrás, buscando la puerta por la que he accedido. En cuanto la traspaso y estoy a cubierto, me siento en las escaleras durante unos segundos e intento desentumecer los músculos. Me cuelgo de la barandilla de la escalera y hago crujir los huesos de la espalda.

—¿Cómo va eso, colega? —oigo la voz de Jimmy a través del auricular oculto en mi oído.

—Bien.

—¿Y tu espalda?

—Ahí está. Siete horas en la misma postura, empiezan a pasarme factura.

—Es que ya no eres un chaval… Tienes que ser más consciente de tus limitaciones. Quizá podrías pedir el traslado a algo más de tu conveniencia… ¿Te has meado encima también? Porque la incontinencia urinaria es otro de los síntomas y, para alguien de edad avanzada, aguantar siete horas es todo un suplicio…

—Serás gilipollas… Gracias por tu preocupación, pero no, no me he meado encima.

—De nada. Te espero abajo. ¿O subo a buscarte?

—Que te jodan.

—Eso espero. ¿Esta noche?

—Por mí, sí —contesto mientras bajo los escalones a paso ligero—. ¿Deb está de viaje otra vez?

—¡Oh yeah! ¡Soy libre!

—Algún día te pillará y te dará una patada en el culo. Entonces llorarás, porque no encontrarás a otra que te soporte y encima te quiera como lo hace ella.

—No tengo nada que esconderle. Solo salimos a divertirnos y a tomar unas copas. Es una manera de liberar las tensiones acumuladas durante nuestra jornada laboral.

—¿Esa es la versión que le vas a dar si algún día te pilla?

—Sí. ¿Cuela? ¿Parece seria?

—Hombre, siempre y cuando no te pille metiéndole la lengua hasta la tráquea a ninguna tía, puede que cuele.

—Perfecto entonces.

—Pero eso no quita que sigas siendo un mamonazo.

—Deb y yo tenemos una relación liberal.

—¿Y ella lo sabe? ¿O solo consiste en que tú te tiras a quién quieras cuando no está, mientras ella tiene que serte fiel? —digo ya a pie de calle, caminando hacia los furgones, con la vista fija en la espalda de Jimmy.

—Yo no le prohíbo que se tire a nadie… Mientras yo no lo vea. Ya sabes, ojos que no ven…

—No sé cómo cojones te aguanta.

—Porque soy adictivo.

—Y un capullo también —digo ya a su lado, con el sistema de comunicación ya apagado.

Jimmy me mira y dibuja una gran sonrisa en sus labios. Niego con la cabeza mientras resoplo con fuerza, resignado ante su actitud. Una cosa es innegable, él es así y no cambiará nunca. O, al menos, no lo hará hasta que alguna tía le meta en vereda. Hace ya más de diez años que nos conocemos, desde que él ingresó en la unidad. Le pusieron en mi equipo, bajo mis órdenes, y enseguida demostró tener las cualidades necesarias para ser un gran líder de grupo. Prueba de ello es que, hace cosa de tres años, le ascendieron a teniente y empezó a liderar a su propio equipo. Sin haber cumplido aún los treinta años, es el teniente más joven de toda la unidad de los S.W.A.T.

—¿Te apetece ir al Highbar? —me pregunta moviendo las cejas arriba y abajo.

Antes de poderle contestar, el Capitán Lewis se acerca hasta nosotros.

—Teniente Taylor, Teniente Dillon… —dice.

—Señor —contestamos ambos, serios y con la espalda erguida en señal de respeto.

—Han hecho un trabajo excelente hoy.

—Gracias, señor.

—Solo quería que supieran, antes que nadie, que ya tengo sustituto. El relevo se hará efectivo en los próximos días.

—Lo sentimos mucho, señor.

—¡No, por favor! ¡Ya me tocaba! Hace seis meses que debería de haberme jubilado pero no me han dejado hacerlo hasta encontrar al candidato perfecto.

—Es lógico. Usted deja el listón muy alto, señor —interviene Jimmy por primera vez.

—Gracias, pero ya no hace falta que me hagan más la pelota. Hagan lo que hagan a partir de ahora, será problema de mi sucesor. Solo les pido que se comporten con él con la misma profesionalidad que lo han hecho conmigo.

—Sí señor.

—De hecho —dice dirigiéndose a mí directamente—, le pido por favor que le eche una mano durante los primeros días. Le pediré que confíe en usted para lo que necesite. No me falle. Vayan a descansar. Nos vemos mañana.

Le observamos mientras entra en uno de los coches y se aleja calle abajo.

—¿Sabes algo del nuevo? —me pregunta Jimmy.

—Ni puta idea. Me acabo de enterar también de que ya tienen sucesor.

—Pues ya puede ser bueno… Con lo que han tardado en decidirse… Sigo pensando que te lo deberían de haber pedido a ti.

—¿Y retirarme del trabajo de campo? ¡Ni hablar! Yo no sirvo para dar órdenes desde detrás de un escritorio.

—A tus 37 años, no estás para muchos trotes ya… Deberías de ir pensando en algo más tranquilo —dice mientras le miro de reojo.

—No conseguirás que me rebote, porque sabes que este viejo es capaz de levantarte a cualquier tía… Estás picado desde la última noche que salimos.

—Esa pelirroja me miraba a mí.

—Ya, claro. Por eso me abordó cuando iba de camino a la barra.

—Porque no me vio a mí y a ti te tenía a tiro…

—Doble o nada. Esta noche —digo estrechándole la mano.

—Trato hecho. Gana el primero que se enrolle con alguna tía, pero siempre manteniendo el nivel de exigencia… Ya sabes… —dice, mirándome con una ceja levantada y haciendo la silueta de las curvas de una mujer con ambas manos, mientras mueve las caderas como si estuviera follándosela.

—Estás enfermo —digo alejándome de él, caminando hacia la furgoneta—. Nos vemos en la central.

LIVY

—Señora, esta es la última caja. ¿Dónde quiere que se la deje?

—Allí mismo —contesto señalando un lugar a mi espalda sin siquiera mirar.

Estoy agachada delante de decenas de cajas de cartón, preparadas para ser distribuidas por toda la casa, y no sé ni por dónde empezar. Me llevo una mano a la cabeza y, resoplando, me peino varios mechones que se me han soltado de la coleta. Resignada, me pongo en pie y doy una vuelta sobre mí misma para intentar averiguar cómo voy a meter todos estos trastos en mi nuevo y reducido apartamento. Entonces me doy cuenta de que hace rato que no veo a los chicos, y lo más preocupante, que hace el mismo tiempo que no les oigo.

—¡Lexy! ¿Estás con tu hermano?

—Señora… Perdone que la moleste pero… —dice el chico de la mudanza sosteniendo una factura entre los dedos.

—Sí… Esto… —contesto mirando alrededor en busca de mi bolso— ¡Lexy!

—¡¿Qué quieres?! —dice Lexy apareciendo en el salón con el IPod en la mano y los auriculares colgados del cuello.

—¿Podrías por favor echarme un cable? Mira cómo tengo todo esto. Podrías, al menos, llevar las cajas marcadas con tu nombre a tu dormitorio… —le digo sin mirarla y sin dejar de buscar mi bolso.

—No me caben —contesta dándose la vuelta y perdiéndose de nuevo por el pasillo.

—¡Lexy!

—Señora yo…

—¡Ya voy! —le grito sin pensarlo.

En ese momento, de forma providencial, mi hermana aparece por la puerta principal. Llama con los nudillos, con una enorme sonrisa en los labios que le dura poco, el tiempo que tarda en ver mi cara de agobio y el campo de batalla que tengo por salón.

—Lo siento, lo siento…

—¿Qué buscas? —me pregunta Brenda—. ¿En qué te ayudo?

—Mi bolso. Necesito encontrar mi bolso entre todo este desbarajuste… Y me gustaría que Lexy me ayudara, al menos con sus cajas. Y, ya de paso, saber dónde se ha metido Max.

—Bolso —me responde mi hermana dándomelo, al encontrarlo en menos de cinco segundos, mientras empieza a caminar hacia el pasillo—. Voy a ver qué puedo hacer con tus hijos…

—Gracias.

Saco el talonario de cheques y extiendo uno para pagar la factura de la mudanza. Se lo tiendo y le pido disculpas de nuevo al chico, que esboza una sonrisa de circunstancias y sale por la puerta sin perder un segundo.

—Livy, ¿puedes venir? —me pide mi hermana—. Estoy en el baño.

Intrigada, camino hacia allí. En cuanto entro, la veo asomada a la bañera, donde Max está acurrucado, durmiendo. Agacho la cabeza y me dejo caer en el váter, sentándome, totalmente agotada. Mi hermana se arrodilla frente a mí y me abraza con fuerza.

—Hola —me dice cuando se separa de mí.

—Hola…

—No hace falta que te pregunte cómo estás…

—No, mejor que no preguntes.

—Pero esto será solo los primeros días…

—Mi casa es un puñetero desastre lleno de cajas, mi hija me odia por habernos marchado de Salem y alejado así de su padre, y Max… —le señalo y enseguida me derrumbo.

Bren me vuelve a abrazar, acariciando mi espalda con ambas manos, dejando que me desahogue a gusto. Al rato, me seco las lágrimas y golpeo mis rodillas con las palmas.

—Bueno, será mejor que estire a Max en su cama…

—Esto… —dice Bren levantando un dedo—. No tienes colchones. Me parece que se ha estirado aquí porque no sabía donde hacerlo…

Rápidamente me levanto y recorro las tres habitaciones, comprobando que mi hermana tiene razón. Cuando miro en la de Lexy, la veo estirada en el suelo, con la cabeza apoyado en una bolsa, los cascos puestos y escribiendo mensajes en su móvil.

—¿Te ha saludado? —le pregunto a Bren cuando salimos hacia el salón.

—Sí, me ha gruñido. —Pongo los ojos en blanco, desesperada, y ella añade—: No te preocupes, ya se acostumbrará a esto. Estará así solo los primeros días.

—Odio los primeros días. Mañana se supone que me incorporo a mi nuevo puesto de trabajo, y no soy capaz de encontrar la caja con mi ropa, así que como no vaya vestida con la sudadera de los Beavers y el pantalón de chándal…

—¿Son muy escrupulosos con el tema de la vestimenta? —me pregunta, pero al ver por mi cara que no estoy para bromas, enseguida dice—: Vamos a ver, cuestión de prioridades. Hagamos una lista.

Saca su móvil y empieza a teclear como una loca mientras empieza a enumerar:

—Uno: encontrar la caja con tu ropa. Dos: llamar a una canguro. Tres: salir de marcha con tu hermana.

—No estoy para bromas, Bren.

—No estoy bromeando, Livy.

—No puedo dejar a los niños con una canguro la primera noche que pasamos en la ciudad.

—Tú misma has dicho que odias los primeros días… Podríamos conseguir que tu primer día en la ciudad fuera algo mejor —al ver mi silencio, Bren se envalentona y, al ver una puerta abierta a la esperanza, prosigue con una sonrisa en los labios—. Tenemos que ponernos al día de muchas cosas y qué mejor que hacerlo con una copa de vino en la mano. Y no aquí. Aquí no cuenta porque nos pondremos a recoger y no es plan. Solo te pido esta noche. Salimos, hablamos, recargas pilas y a partir de mañana por la mañana, te conviertes en una perfecta y responsable madre trabajadora.

AARON

—Pues no hay mucha gente hoy… —dice Jimmy..

—Ya estás buscando excusas…

—Ni lo sueñes. Seguro que hay alguna tigresa por aquí deseando que la domen.

Sin ningún disimulo, Jimmy mira alrededor, apoyando los codos en la barra. Esboza la mejor de sus sonrisas de seductor la cual, sumada a su aspecto desaliñado, con el pelo algo despeinado y la barba que suele lucir a menudo, suele ser un imán perfecto para las mujeres, para desgracia de su novia, Deb. Mientras él está a lo suyo, yo le hago una seña al camarero, que se acerca enseguida, y le pido un ron con cola para Jimmy y un whisky doble para mí.

—Sigo diciendo que el puesto tendría que haber sido para ti —me dice cuando le tiendo el vaso—. Y ahora, fuera bromas, porque no lo digo por tu avanzada edad. Te lo mereces, por tus años de servicio y porque eres el mejor preparado y el que mejor conoce la unidad y la ciudad.

—Ya te he dicho que no sirvo para estar detrás de un escritorio. Me aburriría, Jimmy.

—Nadie ha dicho que te tuvieras que quedar fuera. Podrías darnos las órdenes desde detrás de la mira telescópica, no desde detrás de las pantallas de vídeo.

—Es igual. Quien venga, será bien recibido.

—¡Y una mierda! He estado hablando con los demás, y todos opinan como yo.

—¡Buen equipo! —me burlo levantando el vaso y dándole un trago.

—No te cachondees.

—En serio, no pasa nada, Jimmy. Pero gracias por tu confianza.

—¿Bromeas? Si tuviera que poner mi vida en manos de alguien, te aseguro que no se me ocurre nadie mejor que en las tuyas. Así que permíteme que tenga algunas dudas acerca de nuestro próximo jefe…

Aprieto los labios con fuerza y esbozo una tímida sonrisa. Agarro a Jimmy por los hombros y le zarandeo de forma cariñosa.

—Bueno, ¿has visto ya a alguna que te interese? —le digo para cambiar de tema—. Lo digo más que nada para que luego no pongas excusas cuando te gane la apuesta…

—Esto está muy vacío hoy… —dice volviendo a echar un vistazo alrededor.

—Es domingo, Jimmy. Que unos inconscientes como tú y yo salgamos, no quiere decir que sea lo habitual. Que yo no tenga ninguna atadura familiar como mujer o hijos, y tú no tengas escrúpulos, no quiere decir que los demás no los tengan.

LIVY

—¡Por nosotras! ¡Por nuestro reencuentro! —dice Bren alzando su copa de vino—. Porque no hay mal que por bien no venga.

Alzo mi copa y la choco contra la de mi hermana, esbozando una sincera sonrisa. Es verdad, no hay mal que por bien no venga y, aunque el motivo por el que me he ido de Salem no es agradable, pedí el traslado en el trabajo a Nueva York por ella. Me apetecía no estar sola en esta gran ciudad, y el apoyo de mi hermana pequeña, seguro que me iría bien.

—¿Cómo está Scott? —le pregunto.

Su marido es bombero, uno de esos héroes que estuvieron presentes en los trabajos de desalojo, búsqueda de supervivientes y posterior limpieza, durante el once de septiembre. Esa catástrofe le pilló recién entrado en el cuerpo y fue algo muy duro para él, tanto, que ha estado en tratamiento psicológico durante años y de baja durante meses. De hecho, según lo que me contaba Bren, no volvió a ser el mismo hasta hace bien poco.

—Bien, trabajando. Cuando le he dicho que iba a salir contigo, me ha dado muchos recuerdos para ti. Dice que pasará a verte algún día de estos.

—¿Cómo está?

—Bien, muy bien. Por fin —contesta agachando la cabeza y mirando las manos alrededor de su copa—. Estamos empezando a plantearnos tener hijos…

—¡Eso es genial!

—Sí… Tengo la sensación de que estamos, como empezando de cero de nuevo, y la verdad es que estoy muy ilusionada.

Ahora soy yo la que agacho la cabeza. Me alegro mucho por ella, porque sé lo mal que lo han pasado, pero no puedo evitar sentir algo de envidia sana. Mi relación con Luke hacía mucho tiempo que no iba bien, desde mucho antes de tener a Max. Al principio, cuando nació Lexy, éramos felices, todo iba bien. Luego, mi trabajo empezó a absorberme, y a mantenerme muchas horas fuera de casa. Él nunca aceptó que tuviera un trabajo más importante que el suyo y, sobre todo, que ganara mucho más dinero que él. Empezamos a discutir por tonterías y a echarnos cosas en cara. Luego, en su afán de que pasara más tiempo en casa, me dejó embarazada. De hecho, estuvimos de acuerdo los dos. Fuimos una de esas parejas que pensamos que tener otro hijo nos uniría, y lo que hizo fue separarnos más. Yo no dejé de trabajar hasta el día antes de dar a luz, a pesar del estrés al que estaba sometida, y él no dejó de quejarse por ello. Sus quejas se volvieron acusaciones cuando, al ver que Max tenía casi dos años y no había dicho ninguna palabra, le llevamos al pediatra y este nos confirmó que nuestro hijo era sordo. Luke empezó a asegurar que era por mi culpa, aunque los médicos dijeron que era improbable que el estrés fuera la causa de ello. Las peleas y gritos fueron aumentando hasta que, una noche, dos años después, la cosa se nos fue de las manos y él me pegó. No había pasado nunca antes, pero no le di oportunidad de que se repitiera. Le denuncié a la policía y le metieron en la cárcel para cumplir una pena de cuatro meses. De eso hace dos semanas.

—¿Estás bien? —me pregunta al verme distraída—. Lo siento…

—¡No! Por favor —digo agarrándola de la mano—. Me alegro muchísimo por vosotros. Os lo merecéis.

Bren me sonríe y yo le devuelvo el gesto, dando un largo sorbo hasta apurar mi copa. Le hago una seña al camarero para que nos sirva dos más.

—¿Ya has encontrado colegio para Lexy y Max? —me pregunta al cabo de unos segundos.

—Sí. Mañana empiezan los dos. Lexy en un colegio que está a cinco minutos de casa y Max en una especie de academia para niños que requieren más atenciones. La verdad es que, en este aspecto, estar en una gran ciudad como Nueva York, es una ventaja. Tengo la esperanza de que Max haga grandes progresos. Necesito verle sonreír, Bren…

—Lo hará —me responde ella apretándome el brazo con cariño—. Y Lexy también lo hará.

—Lo dudo. Me odia. Por mi culpa, su padre está en la cárcel y está decidida a irse con él en cuanto salga de la cárcel.

—Dale tiempo. Nueva York acabará por hechizarla, solo hay que abrirle los ojos. Y acabará cambiando de opinión —dice Bren moviendo las cejas arriba y abajo.

—Eso espero. No me imagino la vida sin mis hijos, Bren. Y, aunque ahora será difícil pasar mucho tiempo con ellos, estoy dispuesta a convertir cantidad por calidad y exprimir al máximo los minutos que pueda pasar con ellos.

—Amén, hermana. Por la calidad y no la cantidad —dice sonriendo mientras se muerde el labio inferior de forma pícara—. Y eso, también se puede aplicar a los hombres, especie que, por otra parte, abunda en esta ciudad.

—Créeme, un hombre no entra en mis planes ahora mismo.

—Nadie te está pidiendo que le laves los calzoncillos, solo que se los quites…

Aunque intento reprimirlo, se me escapa la risa, provocando las carcajadas en mi hermana. Al final, volvemos a brindar y volvemos a apurar la copa.

—¿Te parece si seguimos en otro sitio?

—¿Qué hora es? ¡Dios mío, las doce! ¡Mañana trabajo, Bren! Además, los niños están…

—Con una excelente canguro recomendada por todas mis amigas. Una copa y ya está. Vamos a un lugar donde podamos movernos algo más y de paso, te enseño las vistas de lo que va a ser tu nueva ciudad. Venga, solo un rato… —me suplica haciendo pucheros con el labio inferior.

AARON

—¡Oh sí! —dice Jimmy dando un trago a su tercer ron con cola—. Pelirroja tremenda a las diez. Es, como poco, un siete. Mírala y juzga por ti mismo.

De mala gana, con los codos apoyados en la barra, rozando mi segundo whisky doble con los dedos, giro un poco la cabeza y asiento durante un buen rato.

—Esta noche, gano yo —dice alisándose la camisa y moviendo el cuello de un lado a otro—. Deséame suerte, Aaron. No, mejor no, no la necesito.

—Capullo…

—Envidioso. Quedamos aquí en, digamos… una hora.

—Hecho.

Cuando se aleja, apuro mi vaso y me dirijo al baño. Dejo salir a un tipo antes de entrar y me arrimo a uno de los urinarios. Apoyo la frente en las frías baldosas y empiezo a mear. Resoplo con fuerza, agotado, e incluso me permito cerrar los ojos durante unos segundos. De repente, la puerta del lavabo se abre de golpe y, de forma inconsciente, giro la cabeza para mirar quién entra. Me quedo con la boca abierta al ver que es una mujer rubia, de unos treinta y pico. Va vestida con unos vaqueros ajustados y un jersey de punto beige que deja uno de sus hombros al descubierto. Da vueltas sobre sí misma, algo confundida, mirando los urinarios, hasta que repara en mí.

—Esto… Me parece que me he confundido, ¿verdad?

—Pues sí… —contesto.

—Joder… —dice riendo sin motivo aparente, aunque regalándome una de las visiones más bellas que he visto en mucho tiempo—. La verdad es que me estoy haciendo mucho pis. ¿Te importa si…?

Giro la cabeza para mirar hacia donde señala, hacia los cubículos de los váteres y, al cabo de unos segundos, no porque dude si dejarla o no, sino por el estado de letargo en el que su sonrisa me ha sumido, respondo:

—Claro, pasa.

Veo como corre hasta el primero y escucho la cremallera de su vaquero y luego el sonido inequívoco de su pis cayendo en el váter. La escucho suspirar aliviada y se me escapa la risa. Al rato, oigo la cisterna y reacciono. Me ato el vaquero y me dirijo al lavamanos. Las lavo y seco sin dejar de echar rápidos vistazos hacia atrás. Algo preocupado por no verla salir, me acerco con sigilo y, cuando estoy justo delante de la puerta, esta se abre y ella sale con brío, chocándose contra mi cuerpo.

—Lo siento… —me disculpo—. Pensaba que, al no oírte… Que te habrías, no sé, desmayado…

—¿Tan borracha parece que voy?

—Algo, la verdad.

—Pues menos mal que he dado contigo, un hombre decente que no se aprovecha de una mujer en estado de embriaguez y que vela por mí —Yo sonrío y agacho la cabeza—. Te llamaré si vuelvo a tener ganar de hacer pis. Para que me acompañes y eso… ¿Te parece bien?

—Claro. Estaré ahí fuera, en la barra.

—Genial. Te haré una señal.

LIVY

—Vale, definitivamente, estoy muy borracha. Acabo de colarme en el lavabo de hombres.

—¡Anda ya!

—Lo que oyes. Había un tío dentro que ha debido de pensar que estaba loca, porque como estaba a punto de hacérmelo encima, le he pedido si le importaba que, ya que estaba allí, hiciera pis. Ha accedido amablemente —contesto riendo—. Mira, ese de allí.

Mi hermana mira hacia donde señalo y, sin cortarse un pelo, al no poderle ver bien, se levanta de golpe y se dirige hacia la barra.

—¡Te pido otra! —grita a medio camino.

—¡Pero dijimos que solo nos tomábamos una!

—¡Es por una buena causa! —dice alzando las manos.

Veo como llega a la barra y como pide al camarero. Luego, mientras este le sirve las copas, ella mira descaradamente hacia su izquierda, haciendo un repaso exhaustivo a mi nuevo amigo. Incluso retrocede un paso atrás para mirarle el culo, justo antes de mirarme y abanicarse con una mano. Al rato, sin poder parar de reír, producto del alcohol, porque en condiciones normales estaría muy cabreada con Bren, veo como vuelve con las dos copas en la mano, dando algún que otro traspiés.

—¿Y cuándo has dicho que vas a ir a tirarle la caña?

—No voy a ir a hacer nada.

—Vale, el alcohol te ha nublado la vista y el entendimiento. ¡¿Tú le has visto bien?! Está tremendo, Livy. Unos increíbles ojos azules, labios carnosos, nariz perfecta, cuerpo de escándalo, culo respingón ideal para tocarlo… —dice con cara de viciosa, poniendo las manos como si le estuviera pellizcando el aire.

En ese momento, miro hacia él y veo como se da la vuelta. Apoya los codos en la barra y entonces dirige la vista hacia nuestra mesa. Nuestras miradas se encuentran y, tras unos segundos de dilación, sonreímos a la vez. Él me saluda con la mano, gesto que yo imito, mientras oigo a mi hermana.

—Vale, desapercibido no te ha pasado… Y tú a él tampoco. Ve a hablar con él. Está solo.

—¡Qué va!

Pero entonces él, aún sonriendo, señala hacia el lavabo con un dedo. Se me escapa la risa y, sonrojada, agacho la vista hacia el suelo.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunta Bren.

—Antes, aún no sé cómo me atreví, pero le dije que si necesitaba ayuda para ir al baño, le haría una seña.

—Pues ya estás tardando en ir al baño, o al almacén, o a pedir otra copa, o al guardarropa… Livy por favor, no seas tonta… ¿Cuánto hace que no te llevas una alegría para el cuerpo?

—No lo voy a hacer. No insistas.

—Tómatelo como una forma de quitarte de encima el estrés y los nervios. Como una terapia, sexual, pero terapia al fin y al cabo.

—No puedo. Además, no te voy a dejar  aquí sola.

—¡Ah, no! No cargues sobre mi conciencia el hecho de que no te vayas a tirar a ese tío. Soy mayorcita y puedo salir a la pista a divertirme y esperar a que acabéis… O puedo irme a casa tranquilamente… O me pagas otra copa y me quedo aquí tan tranquila…

Giro la cabeza de nuevo hacia él, que sigue mirándome de forma descarada. La verdad es que sí es muy guapo, y muy de mi estilo, con el pelo muy corto y una incipiente barba producto de dos o tres días sin afeitarse, bastante alto y ancho de espaldas.

—Voy a mover el esqueleto un ratito —dice Bren, que se levanta sin esperar mi respuesta y se dirige a la pista.

Entonces, decidida aunque sin pensarlo demasiado, me levanto y camino hacia él todo lo erguida que el alcohol que llevo en la sangre me permite. Cuando llego a él, producto de los nervios, doy un pequeño traspiés. Rápidamente, él me agarra y me devuelve a la verticalidad, todo sin ningún esfuerzo y sin perder la sonrisa de medio lado.

—Necesito…

—Ayuda para ir al baño, ya —me corta él.

Sonrío mordiéndome el labio inferior, donde los ojos de él se dirigen automáticamente. Veo la nuez de su cuello subir y bajar cuando traga saliva, y enseguida siento su mano agarrándome del codo con firmeza. Tira de mí hacia los lavabos, en un gesto dominante que se me antoja de lo más sexy. Esta vez, en lugar de ir a los lavabos de hombres, se dirige al de mujeres, pero antes de abrir la puerta, le detengo.

—Espera.

Se da la vuelta y nos miramos durante unos segundos. Una chica se acerca y, al darme cuenta de su intención de entrar en el baño, le agarro del brazo para apartarnos a un lado. Caminamos hacia el final del pasillo, hasta que me detengo y recuesto la espalda contra la pared. Él se detiene frente a mí, apoyando las palmas de las manos a ambos lados de mi cuerpo. A pesar de la oscuridad, siento cómo acerca su cara a la mía y su aliento roza mis labios, aún sin tocarme. A esa corta distancia, sus ojos azules me traspasan con total impunidad.

—¿A qué tengo que esperar? —me pregunta con voz ronca.

Sin poder retenerme durante más tiempo, me abalanzo contra su boca, saqueándola sin ningún miramiento, mordiendo sus labios mientras me cuelgo de su cuello. Pone sus manos en mis cintura y se aprieta contra mi cuerpo. Puedo sentir su erección contra la parte baja de mi vientre y eso me vuelve loca. Llevo los dedos a la cintura de su pantalón e intento desabrochar el botón.

—Shhh… —dice retrocediendo un paso, mirando a un lado y a otro del pasillo—. Ven.

Vuelve a tirar de mí con determinación, agarrándome con fuerza por la muñeca. Abre una puerta que, según descubrimos al entrar, resulta ser el almacén. En cuanto la cierra, se vuelve a abalanzar sobre mí, aprisionando mi cuerpo contra la única pared libre de estanterías. Ahora es él el que muerde mis labios y el que lleva la batuta. Intento agarrarme de su pelo pero él coge mis manos y apoya mis brazos contra la pared. Me quita el jersey por la cabeza y, sin necesidad de quitarme el sujetador, saca mis pechos de las copas, dejándolos expuestos a su merced. Acerca su boca a uno de ellos y muerde el pezón, tirando de él lo justo y necesario para que mi quejido sea una mezcla de placer con pequeñas dosis de dolor. Unas descargas empiezan a recorrer todo mi cuerpo, mojando la tela de mi pequeño tanga. Llevo mis manos a sus pectorales, y empiezo a desabrochar los botones de su camisa. Tengo poca paciencia, así que, antes de desabrocharlos todos, producto de mi lujuria, doy un tirón y hago saltar los últimos, descubriendo así su torso, firme, musculado, y sobre todo, solo para mí. Empiezo a quitársela y descubro sus hombros, pero decido no perder el tiempo, llevo mi boca a su piel y esta vez soy yo la que le muerde. Él emite un quejido y se retira unos pocos centímetros, pero, lejos de amedrentarse, parece que el gesto le pone cachondo, porque empieza a quitarse el pantalón con prisa. Yo hago lo mismo y, aunque me cuesta algo más de lo habitual, consigo deshacerme de la prenda, que lanzo a un lado de un puntapié junto con los zapatos, mientras él se pone un preservativo. Entonces, me coge en volandas y cuando yo pongo las piernas alrededor de su cintura, me penetra de una fuerte estocada. Ahogo un grito, que él acoge en su boca, justo en el momento en que repite el envite y vuelve a clavarse dentro de mí. Coge mis brazos y vuelve a ponerlos contra la pared, observándome de arriba abajo, obligándome a hacer fuerza con las piernas, apretando el agarre en su cintura, mientras vuelve a penetrarme con un ágil movimiento de caderas. Esa postura me permite tener una visión privilegiada de su pecho musculado y de sus perfectas abdominales. Veo también su cara que, aún contraída por el esfuerzo, sigue siendo jodidamente perfecta, con los ojos entornados y los dientes apretados, haciendo aparecer los huesos de la mandíbula a ambos lados. El sudor empieza a correr por nuestros cuerpos, debido no solo al ejercicio, sino también a la nula ventilación de la habitación. Observo cómo una gota de sudor le resbala desde la frente, pasando por el pómulo y la mejillas, hasta emprender un camino descendente por su cuello y su pecho. Totalmente hipnotizada, vuelvo a dirigir la vista a su cara. Cuando veo resbalar otra gota, como un animal en celo, desobedeciendo su expresa voluntad de dejar los brazos pegados a la pared, le agarro del pelo y tiro de él hacia atrás, dejando su cuello totalmente expuesto para que mi lengua se recree en él. Da un paso hacia atrás y le oigo jadear. De repente, ya no siento la fría pared a mi espalda, sino sus brazos, apretándome con fuerza contra él. Apoyo los brazos en sus hombros y empiezo a moverme arriba y abajo. Acerco mi cara a la suya e, incapaces de cerrar la boca, nuestros jadeos se entrelazan y se confunden. Empiezo a sentir como un brutal orgasmo se concentra en el centro de mi estómago y empieza a descender. Cuando lo siento estallar, de forma inconsciente, araño su espalda y apoyo la boca en su hombro, apretando los dientes contra su piel. En ese momento, me agarra de la nuca y, hundiendo la cara en el hueco de mi hombro, emite un sonido ronco mientras se vacía por completo.

AARON

—¡Joder! —pienso mientras intento recobrar el aliento.

Ella no se mueve, respirando con fuerza contra mi cuello. Siento como ha aflojado su agarre a mi alrededor, pero yo la sostengo en brazos, a la espera de que se vea capaz de apoyar los pies en el suelo. Estoy realmente agotado pero, a diferencia de lo que he hecho otras veces, en los que me importaban una mierda los sentimientos de la tía en cuestión y me largaba rápidamente, no sé por qué motivo, esta vez no quiero soltarla. Incluso agacho la vista hacia su cuerpo y, al ver su hombro desnudo, por un momento estoy tentado de besarlo.

Afortunadamente, ella parece haber recobrado las fuerzas y apoya los pies en el suelo. Evitando mi mirada, empieza a buscar sus ropas por el suelo. Pasados unos segundos en los que me quedo inmóvil, empiezo a vestirme también. Me quito el preservativo, hago un nudo y lo guardo en el bolsillo del pantalón. Me abrocho los botones de la camisa que aún quedan, quedando abierta por la parte de abajo. La espero mientras se pone los zapatos de tacón y entonces abro la puerta y salimos al pasillo.

—Voy… Voy al baño un momento —me dice, aún sin mirarme.

—Sí… Yo también.

En cuanto entro, tiro el preservativo en la papelera y apoyo las manos en uno de los lavamanos. Abro el grifo del agua y me mojo la cara repetidas veces. Al rato. levanto la vista y me miro en el espejo.

—¿Qué cojones ha sido eso? —me pregunto a mí mismo.

Ha sido increíble, aunque estoy algo confundido. Al final, cuando todo acabó, no tenía ganas de salir corriendo, sino de estrecharla entre mis brazos e incluso, acurrucarme en el suelo junto a ella, sin soltarla.

—Capullo —me digo, arrugando la frente.

Salgo fuera y, aunque no puedo evitar mirar hacia el baño de mujeres, salgo de nuevo hacia la barra de la discoteca. Echo un vistazo alrededor y enseguida veo a Jimmy, charlando con dos chicas que le ríen las gracias. En cuanto me ve, me saluda con la mano y me hace una seña para que me una a ellos, pero declino la invitación y le indico que tengo intención de irme. No siempre nos vamos juntos, dependiendo de cómo se nos dé la noche, por eso siempre venimos cada uno con su coche. Él asiente con la cabeza y me señala con la vista a sus dos acompañantes. Yo sonrío y, de forma disimulada, levanto el pulgar, justo en el momento en el que veo que sus ojos se posan en algo a mi espalda. Me giro y veo que la mira a ella, la cual acaba de salir del baño, peinándose el pelo con los dedos. Dejo de mirarla, para que no me pille embobado y miro de nuevo a Jimmy, que fija la vista en mí, empezando a atar cabos de repente. Abre la boca alucinado, mientras yo asiento con la cabeza y me llevo la mano a la bragueta del pantalón, moviendo las cejas arriba y abajo. Hace un gesto con las manos, como dándome por imposible y vuelve a centrarse en sus dos acompañantes.

Estoy dispuesto a irme, pero entonces, no sé por qué razón, la busco por la sala. Parece buscar a su amiga, mirando de un lado a otro, hasta que saca el teléfono del bolso. Cuando lo guarda, se cuelga el bolso del hombro y camina hacia la salida. ¿Su amiga se ha ido? ¿Habrá venido en coche? Aunque en su estado, no debería de conducir. Pero entonces, ¿va a tener que buscar un taxi ella sola?

—¿Tu amiga se ha ido? —le pregunto cuando la intercepto en la puerta de la calle.

—Mi hermana… —me contesta—. Sí, me ha enviado un mensaje diciéndome que estaba un poco mareada y que se marchaba para casa.

—Entonces, ¿te vas sola?

—Eh… Eso parece…

—¿Te llevo? Yo… tengo el coche aparcado allí… —digo señalando al final de la calle.

—No te molestes… Solo… Solo necesito saber donde estamos y buscaré un taxi. Tengo aquí la dirección de casa…

—Espera, espera, ¿no sabes dónde vives? ¿Tan borracha vas que te la tienes que apuntar?

—Me acabo de mudar y no he tenido tiempo literal de aprenderme la dirección. Sé que está en el Upper West Side…

Cojo el papel de sus manos y después de leer y trazar un mapa mental en mi cabeza, le hago una seña con la cabeza.

—Te llevo.

La ayudo a subirse a mi todoterreno, y tras asegurarme de que está cómoda, arranco el motor y me meto de lleno en el tráfico de la ciudad. A pesar de haber bastantes coches, se circula con fluidez y, tan solo diez minutos después, llegamos a su barrio. Hemos realizado todo el trayecto en silencio, aunque yo no he dejado de mirarla de reojo. Así, he podido ver que ha cerrado los ojos y creo que incluso, por unos minutos, se ha quedado dormida. Cuando estamos llegando a su calle, para intentar despertarla, empiezo a hablar.

—¿De dónde eres? —pregunto.

—Eh… —dice abriendo los ojos y tocándose los labios con los dedos—. De Salem, Oregon.

—¡Vaya! ¡Menudo cambio! ¿Por trabajo?

—Sí… —contesta mirando por la ventanilla—. Esta calle me suena…

—Menos mal, porque es la tuya —digo agachando la cabeza para ver los números de los edificios hasta encontrar el suyo—. Es aquí, ¿verdad?

—Sí. Esto… Muchas gracias.

—¿Por el polvo o por traerte?

—Por traerme a casa. Por el polvo, más bien me deberías dar tú las gracias a mí… —dice abriendo la puerta del coche.

—Pues de nada, supongo —contesto sin poder dejar de sonreír.

—Bueno… Ya nos veremos —me dice.

—Lo dudo. Esto no es Salem.

—Pues bueno, entonces… Adiós —dice pasados unos segundos, empezando a cerrar la puerta.

Yo no contesto, no porque no quiera, sino porque no me salen las palabras. Una parte de mí, que no conocía hasta ahora, quiere retenerla con cualquier excusa, volver a besar sus labios y, por qué no, volver a follar con ella, quizá esta vez con menos prisa, de forma más relajada y pausada, en un sitio algo más cómodo. En lugar de hablar, sonrío, y no dejo de hacerlo hasta que la veo perderse dentro de su edificio.

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Comments ( 20 )

  • Ana

    a ver vayamos por partes:

    1. SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!adoro que hayas vuelto con otra historiaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!y que decirte que ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!primer capitulo y ya siento ADORACIÓN PLENA POR AARON!!(el mio que quede claro, el que me imagino yo que sino hay confunsiones con Gabi y no no 😉 ) si ya de por siento adoración por Matt verlo de Swat ya…….buffffffff…..aixxxxxxxxx…..ese lado maloteeeeee…………ME LO COMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

    2. TU QUIERES QUE YO MUERA NO????POLVO PRIMER CAPITULOOOOOOOOO??????!!!!!!!!!!!!ARGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG!!!….ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!diosssssssss se me han mojao las bragas y creo que han dado palmas de alegria jajajajajajajajaa xD diossssssssssssssssssssssssssss….ese momento en el guardaropaaaaaaaaaaaa aixxxxxxxxxxxxxx mi madre…..

    3. Yo no se pero empiezo a atar cabos….me da a mi no se yo porque que Aaron la volvera a ver jajajajajaja xD no digo nada no digo nada…(se que juego con cierta ventaja..por eso calladita jajajajaja xD )

    4. Pobre Livy..una adolescente y un niño sordo…pero saldra adelante lo se..es fuerte y saldrá…Y como pille yo al Luke se va enterar!! (claro que interiormente creo que le haria cosas muy malasssss….ves me emociono sola ya jajajajajajaa xD )

    5. deseando leer ya el siguiente capituloooooooooooooooooooooooooooooo!!asi que espero que prontito eh?? se buena!!! por fisssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss!!!ya sabes que soy adicta jajajajaja xD

    Un besazo enorme guapi y como siempre SUBLIME!! ahhh un 6 seria que creo que nos vamos a reir con el tandem Jimmy y Aaron jajajajajajaa xD

    Muaaaaaaaaaaaaaaaakssss
    Ana

    • Anna García

      ¡Pues sí! ¡¡I’M BAAAAAAAAAAAAAAAAACK!!

      Me alegra de que Aaron te guste, aunque no tenía ninguna duda de ello. Veremos a ver si se vuelve a encontrar con Livy, dónde y en qué condiciones…

      Y en cuanto a ella, fácil no lo tiene, pero es una tía fuerte…

      El lunes que viene, cuelgo el siguiente. De hecho, ya está programado para que se cuelgue a las 9 de la mañana…

  • Gabriella. El día del primer calentón

    Muy bien y ahora que? es que no me parece para nada justo!!!! Tengo varias cosas en contra… y otras muchas a favor…

    A FAVOR:

    1. Cómo me pone Aaron!!!

    2. Cómo me poner Jimmy!!!

    3. Me encanta el carácter de Livy. Pobrecita ella con sus hijos, pero que se dedique a ellos y yo me encargo de Aaron y hacerle olvidar ese almacén jajaja

    4. Cómo me pone Aaron!!!

    5. No sé porque me da que sé cual es la profesión de ella… llámalo intución, llámalo sexto sentido, llámalo enchufe… llámalo como quieras! jajajaajja

    6. Anti-fan de Luke, pero como esta el hombre!!!! Ay Dios…. tiene un algo… que algo ni algo! tiene un polvazo digno del almacén!!!!

    7. Cómo me pone Aaron!!!

    8. Me encanta como empieza la historia, con un capítulo solo ya me has enganchado!!!! Eres una jodia de primera!!!

    9. He dicho cuanto me pone Aaron!!?? No??? Pues; Cómo me pone Aaron!!!

    10. Y Jimmy? Tb!!! Este dúo nos va a hacer pasar muchos buenos ratos, no sé porque me da a mi eso…

    11. Me pone Aaron!! ajajajajajaj

    CONTRAS, en la vida no todo es paz y amor.

    1. Me poner Aaron, y eso es un contra en toda regla… ahora te quedas aqui con las bragas mojas en plan; y ese hombre donde me lo encuentro? queda ese pub muy lejos de donde yo vivo? jajajajajaja

    2. Me niego a eso de los lunes!!! Eso es una mala forma de querer tenernos tranquilitas y eso te lo has creído tú! Ja Ja y Ja

    3. Quiero otro capi, y eso es un contra tambien porque como tu amenaza (sí, sí, amenaza) de esperar hasta otro lunes sea cierta…. yo me muero de un infarto!!!!

    Primer comentario… se quedará en moderación? Ay porfa siiiii que al final me ha gustao jajajajajaajajajajajajajaj Ahi vamos…. a la 1… a las 2… y a las …..

    • Anna García

      ¡Jajaja! ¡Es que hasta mis hijos me miran y dicen: ya está la loca riendo sola… Por Dios, estoy perdiendo toda la autoridad frente a ellos…

      1. No me ha quedado clara una cosa… ¿Te pone Aaron?

      2. Y Jimmy es que que no te gusta nada de nada, ¿verdad?

      3. Y a Luke, ¿no le harías un favor, no?

      El resto, creo que me ha quedado bastante claro, aunque de entenderlo a que te haga caso, es otro cantar…

      Es que tengo que poner día de publicación, porque ahora, por ejemplo, los viernes son mis días White Collar (tengo que subtitular el capítulo), los findes son enteramente para mis chicos (partidos de fútbol, excursiones, deberes…). Así que de lunes a jueves escribo y tengo listo el capi…

      Eso no quiere decir que de vez en cuando os haga algún regalo, pero os quiero llevar ventaja… 😉

  • Judith

    Cómo nos has dejado ya en el primer capitulo por favor:

    Me encanta que hayas vuelto escribir, me he vuelto requetefan pero eso ya la sabes 😀

    Hay tantas cosas que comentar que mi cabeza esta despistada:

    Pobre historia la que tiene Livy con la niña rebelde y el niño sordo y el marido en la cárcel. Vaya cabron pero esta de de bueno dios…

    En el primer capitulo y polvazo en el almacen y nos dejas asi por dios que calor y que todo me ha entrado.

    Me encanta Aaron Y Jimy mas, no puedo elegir aunque ya algunas que se lo han adjudicado ejem… eso esta por ver lo digo que hay el que no corre vuela.

    Queremos capitulo muy pronto y sabes que somos muy pesadas jajajaja, no digo mas.

    Me has alegrado el lunes, que bien sienta leer un capi nuevo 😀

    • Anna García

      ¡Gracias! La verdad es que es una pasada estar de vuelta. Me encanta leer vuestras reacciones.

      Sí, Livy tiene un papelón por delante, pero ya verás, es una mujer muy fuerte y va a poder con todo.

      Luke está re-bueno, cierto, pero como dice Gaby, seréis anti-fans de él. Y si no, tiempo al tiempo.

      Aquí la cosa estará dividida entre Aaron y Jimmy… Cada cual tiene lo suyo, aunque bajo mi punto de vista, no hay color… 😉

  • jelly en huelga

    muy molesta contigo… pero feliz tambien… soy un lio

    Molesta por q ahora todas querran a mi Matt y eso me cabrea!!!

    y Feliz por q… regresaste y…

    Matt!!! MI MATT!!! REGRESO SIIIIIII

    ES MIO!!!!!!

    • Anna García

      ¡Jajaja!

      Cuando dije: a algunas, los protas os van a encantar, pensaba en ti, prometido.

      Solo espero que te guste de arriba abajo, de principio a fin, y conseguir que cuando cierres los ojos, te lo imagines a él…

      😉

      • jelly

        aun lo dudas??? si veo a Matt siempre!!! en todos los personajes… excepto Connor!!

  • Ruth Segura

    Hola Anna esta es la primera historia que leo tuya.
    Tiene muy buena pinta…me gusta Aaron!!!
    Cuenta con una lectora mas para los lunes 😉

    • Anna García

      ¡Bienvenida Ruth!

      Me alegro de que te guste y de que sea mi primera historia que lees, aunque espero que no la última.

      ¡Un beso enorme! 😀

    • laura

      Hola Ruth! Bienvenida all club de lector as de Anna.. sac a tempo de done no lotengas y leete TODAS las historians que ha escrito LA Doña, a cada cual mejor!
      Te las recomiendo todas!!!!!!!

      • Anna García

        😀 Aix… Me haces saltar los colores…

  • laura

    Bueno carinyet, que te voy a decir que no te hay an dicho ya….
    Solo wooooooooooooowwwwwww. ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAA. esperare los lunes con ganas!
    Besicus

    • Anna García

      ¡Gracias!

      Me encanta que os guste tanto, porque la verdad es que le estoy poniendo mucho cariño a la historia.

      Y sobre todo, espero seguir sorprendiéndoos como hasta ahora.

      Gracias por seguir a mi lado!

  • Marión

    Anna, que alegría que hayas vuelto con otra buenísima historia, de verdad que como tu no hay nadie, tienes el DON de la escritura.

    Excelente primer capi, y quiero seguir leyendo más!!
    No me los perderé, simplemente me encanta Aaron 🙂

    Esperando los próximas capítulos! Cariños

    • Anna García

      ¡Alaaaaaa! Jolín, en serio que me hacéis sonrojar…

      Aaron es como un regalo. Es un personaje que, aunque veréis que ni mucho menos es perfecto, es el típico que nos hace suspirar…

      Gracias de nuevo!

  • Amparo TD

    Hola Ana, como siempre me pasa con tus historias estoy enganchada ya desde el principio. Me encanta y me he quedado con ganas de mas ;-).

    • Anna García

      ¡Gracias!

      Pues no tendrás que esperar mucho. Este lunes, ¡nuevo capítulo!

  • klau

    Anna, cuanto te extraño!!! Us me esta gustando la historia!

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